Por Eulalio Almonte-Rubiera
De la Oficina de Prensa Campaña de Miguel Vargas
‘Que es el Hombre para que tenga en ti memoria…’ dice una alabanza entonada al Dios de Justicia por una feligresía cristiana que confiesa su convicción de que nos es merecedora del valor que el Creador de la vida le asigna, con plena conciencia de que en su misericordia El lo mantiene vivo en su memoria en garantía de salvación de su alma.
Es poco probable que gente metida hasta los tuétanos en los pantanos del secular fango de la política a la usanza de los nuevos tiempos pueda apreciar la largura de la memoria del pueblo dominicano, y confíe a ciegas que su reminiscencia es corta y por demás incapaz de retener para si el daño que le ha sido ocasionado por la concupiscente conducta de algunos de los que en algún momento llegan a considerarse dueños de su voluntad.
Ahora que estamos en camino a la toma de una decisión histórica para renovar los cuadros gobernantes, y cuando a cada lado de la vereda política se advierten campos en los que germinan semillas de esperanzas, desde áticos del oficialismo alguno encopetados alientan nubarrones cargados de amenazas evidentemente dirigidas a gente intrépida dispuesta a la siega.
Las tales amenazas provienen con sutileza de ofidios, con la evidente intención de llevar al animo del ejercito de votantes la idea de que se esta a la puerta de la victoria y que quien no este conmigo estará en contra de mi, y que ¡eso podría tener sus consecuencia! Ridícula y risible postura para ser asumida en este presente nuestro.
Es una nueva muestra de debilidad y desconfianza que se advierte en un pueblo que tiene la potestad y decisión de disponer la remoción de la autoridad que delego en gente que predico una cosa y que ha estado haciendo otra muy distinta, que quisiera, sin embargo, que nuestros ojos vieran rosas donde se levantan cardos, cambrones y pringamozas.
Cuando niño se nos decía que si no hacíamos tal o cual cosa vendría el ‘cuco’ y cargaría con nosotros, hasta que ya creciditos aprendimos de un gran hombre de Estado que solo deberíamos tener miedo al miedo. Y con valor hemos escrito nuestra historia, y eso lo saben muy bien personas cuyas vidas crecieron junto a tinas de la enseñanza, y por las que sentimos gran respeto.
A veces la memoria nos traiciona con la complicidad del alzhaimer político, o adrede olvidamos que vencimos el terror de las fuerzas incontrolables para abrirnos caminos con un Antonio Guzmán al frente de la cosa publica; que los cacicazgos militares de la época fueron picados y echados en las hogueras de la historia y se dio paso al brillo de mentes renovadas en una juventud que vistió galas confeccionadas en los talleres populares.
Se yerra el tiro cuando se pretende atemorizar a una nación de valientes, de gente decidida, de hombres, mujeres y jóvenes que a la hora de servir a la Patria dan mas de un paso al frente, convencidos de que somos depositarios del destino de la Nación que en herencia legaremos a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos.
Pudiéramos irnos mas lejos, y retrotraernos a los días en que ni el tableteo de las ametralladoras de genocidas aliados al poder extranjero pudieron doblegar la férrea voluntad de los combatientes del Román de Abril, o a los Palmeros de la cueva de la dignidad o a nuestros ancestros de los tiempos de Concho Primo cuando advertían que nadie les metería miedo con carabinas vacías.
Hoy, ya en sendas muy distintas, armados solo del poder de la conciencia, el dominicano ira de nuevo a las urnas a expresarse sin miedo, con la firme voluntad de continuar abriendo trochas en su búsqueda afanosa de campos fértiles en los que germinen de semillas de real progreso y bienestar transparentemente colectivo, sin espacio para la cizaña, la componenda o el cohecho.
Miedo sí han de tener aquellos advertidos tiempos ha por José Ingenieros de que podrían sentirse aporreados por añejas complicidades con el pasado, pero no los que de Los Trinitarios hemos heredamos el coraje que conduce a la redención de nuestros valores de dominicanos resueltamente decididos a mantenernos libres.
Y así habrá de ser hoy, mañana y siempre, y que nadie se equivoque.
(El autor es periodista, ex director de medios)
miércoles, 16 de enero de 2008
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