sábado, 23 de febrero de 2008

Huida y Lealtad

Por Eulalio Almonte-Rubiera

Hay una vieja e ilustrativa historia que cuenta de la fidelidad del hombre frente a la adversidad de los suyos.

Montado en su caballo, el campesino se desplazaba calmado de vuelta al hogar después de todo un día de labores agrícolas; iba acompañado de sus dos perros: Leal y Boca Negra, cuando de pronto el cielo desato su furia y un rayo los mato a los tres.

El pobre hombre ni siquiera se dio cuenta de que había muerto, y siguió su camino, pero ya era su alma la que transitaba los caminos dispuestos por el Creador de todo el Universo.

En un lugar del camino vio a un guardián frente la puerta de acceso a lo que lucia ser una abundante fuente de agua de un lugar al que un letrero identificaba como el Cielo, y pidió permiso para entrar y calmar la sed de el y la de sus dos fieles amigos.

Solo al hombre se le permitiría entrar, por lo que decidió seguir su camino; no podía abandonar a sus sedientos y fieles amigos; era cuestión de lealtad, de solidaridad.

El sitio era realmente la puerta del infierno, como comprobó mas adelante cuando en una empalizada de un camino angosto se le permitió que entrara con sus amigos y calmaran la sed.

Ilustra la historia que se debe ser fiel hasta después de la muerte física.

¿Por qué me viene a la memoria esta lección? La respuesta es simple, porque en tiempos actuales, con los pies sobre la tierra vimos a una maestra de larga data, Emma Polanco, que en su momento recibió el apoyo de su partido, el de la Liberación Dominicana (PLD) porque se la veía ganadora frente a otros candidatos, incluyendo al abogado Franklin García Fermín, respaldado por Miguel Vargas Maldonado y su partido, el Revolucionario Dominicano, PRD.

Emma caminaba casi segura a calmar su sed de convertirse en la primera mujer a cargo de la rectoría de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), y lo consideraba algo seguro porque así lo indicaban las “encuestas” elaborados por su PLD, y que concitaba el apoyo de sus parciales.

Horas antes de que se produjera la segunda vuelta en las votaciones que daban puntero a García Fermín, el jefe del partido, el doctor Leonel Fernández, puso pie en polvorosa y abandono a su suerte a la profesora Polanco, tal como se hizo publico en informaciones difundidas horas antes de que concluyeran las votaciones que, como se preveía, favorecerían al candidato García Fermín.

Leal y Boca Negra tuvieron mejor suerte, porque la fidelidad del pobre campesino fue mas allá de la propia muerte, no así la del jefe peeledeísta con la debida a su compañera Emma Polanco.

Es una lección de vida, para los que siguen creyendo en el mecanismo mediático de las “encuestas” y en los que aun creen que el capitán del barco peeledeísta no hará lo mismo que hizo cuando a Danilo Medina, su compañero de lucha y estratega del peeledeismo, abandono en medio de la tormenta.

En las Sagradas Escrituras hay dos pasajes que desde siempre me han llamado la atención. Uno lo recoge Isaías en el Capitulo 11, versículo 7: “…y la vaca y la osa pacerán juntas; sus crías se echaran juntas; y el León, como el buey, comerá paja. El otro nos viene de Mateo, Capitulo 12, versículo 30, citando la advertencia de Jesús, el hijo de Dios, cuando dice: “El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama”.

(El autor es periodista, ex director de medios).

miércoles, 20 de febrero de 2008

Aquí conspiramos todos…

Por Eulalio Almonte-Rubiera

Que a nadie quepa duda alguna, en este país se conspira todos los santos días.
Los conspiradores por vocación o compromiso son, o mejor dicho, somos tantos, que ya ni nos conocemos., pero si podemos reconocernos en la mirada triste de la desesperación.
Mi idiosincrasia se identifico con los primeros conspiradores que conocí, porque me parecía simpática la idea de echar por el suelo a un régimen.
Quería ver la cara que ponía un jefe absoluto frente a un pelotón de fusilamiento; quería saber si era verdad que el gas ‘morao’ pela.

Y conspiré, sin éxito aparente, pero lo hice porque quería, como Francis, devolver al pueblo lo que al pueblo corresponde: su libertad, sus derechos.
Conozco de otros conspiradores, y como no se dio como yo y otros pensábamos, sigo unido a todos aquellos que tienen vocación conspiradora, si conspirar se llama exigir respeto por nuestras madres, nuestras hermanas, nuestras hijas… por nuestra gente.
Algún día Dios tiene que darme la oportunidad de saborear el dulce néctar del triunfo sobre quienes avasallan a mis derechos, los derechos de todos y repican campanas mediáticas para que no escuchemos las tripas que nos matan a retorcijones.


Hipólito no puede negar que conspira. A el lo conozco desde los días de estudiante en 1958, cuando por los predios del parque de Piedra Viva, en San Cristóbal, nos juntábamos con Machote, el hijo de don Pillo Mota, un trujillista decente. Ir a la escuela y aprender era una forma de conspirar contra el oscurantismo.

Hay otros que conspiran, pero lo hacen desde las mismas entrañas de Palacio, o de los palacios, porque son muchos los palacios; algunos llaman palacio hasta a la jefatura de la Policía, como en Nueva York llaman Precinto a los destacamentos barriales.
El ejército de gente que se une a las conspiraciones es cada vez más, y más; algunos ni saben por que conspiran, pero conspiran.

Yo, por ejemplo, recuerdo a los sargentos Rafael Reyes y Reyes, Amable Reyes, Juan Tomas García Mota y otros que en la bruma del tiempo escapan a mi memoria, aunque sus rostros viven frescos en mí, como el de un pariente de un ex senador peerredeísta de apellido Adames.
Eran los tiempos en que desde la Aviación Militar Dominicana (AMD), que en estos días esta cumpliendo 60 años bajo el nombre de Fuerza Aérea Dominicana, queríamos derrocar al generalísimo y doctor Rafael Leonidas Trujillo Molina, quizás porque nos molestaba que se hiciera llamar Benefactor de la Patria y Padre de la Patria Nueva, un titulo otorgado por los aduladores de siempre; quizás porque hizo del país una finca privada, y ahogaba en sangre las aspiraciones nuestras.

Hoy estoy entre los que como Hipólito conspiran.
Conspiro yo con la infeliz paga que hago al servicio domestico que cuida de mi alimentación; conspiro negándole una oportunidad a aquel joven que quiere estudiar, pero yo prefiero echar mis dineros en una maquina traganíquel.

Hipólito lo hacia distinto. Cuando debió poner en la cárcel a los que comenzaron robando cositas, y luego le cogieron el gusto a lo ajeno, se hizo el loco, rompió el cuaderno, hizo un borrón y abrió cuentas nuevas. Así también se conspira.

Hoy conspiran muchos otros, sin ser peerredeístas o antitrujillista como lo fuimos algunos, cuando afrentan a la clase media, a la clase pobre, a los empresarios que arriesgan sus capitales, para crecer desmesuradamente a costa del Estado. Somos un país de conspiradores, y no queremos que otros conspiren.

La conspiración esta en marcha, y si no lo creen vayan por ahí y pregúntenle a esa pobre mujer que anda desesperada buscando echar un día de limpieza, para ganarse con que pagar los primeros cuarenta pesos y dar pan con agua de azúcar a su marido y los cuatro mocosos que quisieran que la tarjeta Solidaridad alcanzara para el mes.

Estamos conspirando contra la salud de la Patria, y lo hacemos desde todo lugar y a toda hora, porque aquí todavía hay gente que se tira en una litera con el estomago en pijama, mientras otros degustan vinos de a 16 mil pesos la botella, que pueden comprar eso y mucho mas porque reciben pagas de mas de 80 mil pesos diarios.

Ya todos estamos advertidos, para que nos aleguemos ignorancia a la hora en que el día del juicio llegue y haya que darle cuenta a Dios, al dios pueblo, que ahora conspira distinto, conspira con un voto en las manos.

(El autor es periodista ex director de medios)

Santo Domingo, D.N.
19 de febrero de 2008

viernes, 1 de febrero de 2008

El ruido de nuestras carretas políticas

Eulalio Almonte-Rubiera Upgrade your email with 1000's of cool animations

Quiero insistir en lo que parece una actitud asumida desde el litoral oficialista para maniobrar con el propósito de evitar que los dominicanos, con o sin bandería política, participen de la discusión de temas nacionales que son de su muy particular interés, y que no necesariamente tienen que ser del aprecio de cierto liderazgo político aunque anda en procura de su favor para, en un descocado ‘sacrificio’ tan grande como el de Jesús, redimir al país de todo el pecado que se sintetiza en la gran deuda social acumulada.

Miguel Vargas, primero, y luego el candidato del Partido Reformista, Amable Aristy, han dicho que no tienen nada que les impida participar de un debate en el que teniendo a la Nación como testigo, transparentar ante las cámaras de la Televisión todo cuanto en estos momentos constituya tema de oferta electoral, incluyendo aquellos temas que eventualmente pudieran tocar puntos neurálgicos de sus actividades publicas o privadas.

En vez de resultar en una gran oportunidad para convencer al electorado de las bondades de cada oferta, el vocablo “debate” ha devenido en una mala palabra con connotaciones mas allá de lo que podría significar llamar ‘hijote’…” a un cibaeño y logrado desatar los pichones y demonios del insulto, la diatriba, la maledicencia, la descalificación y no sabría ya decir cuantas cosas mas salidas del putrefacto infierno en que habita la conciencia de quienes estimábamos gente sobria y hasta educada.

Ha provocado tanto ruido la reiterada solicitud del dichoso debate, que casi consigue acallar las voces de quienes piden que se les diga si algunos de los ‘ofertantes’ tienen algo mas que exhibir que trascienda las posiciones de faraónicas arrogancia, prepotencia y altanería de los que malinterpretando las funciones de mandaderos del pueblo ahora le niegan el derecho que tiene a pedir cuentas y en cualquier momento hasta echarlos a las profundidades de los abismos de su procedencia.

Me llama particularmente la atención el ruido que hace gente que hasta ahora no había tenido una segunda oportunidad de desnudarse en publico; gente cuya impudicia se evidencia ahora como uno de los secretos mejores guardados, así como su desprecio por quienes no hemos tenido la dicha de descender de ‘rancias y nobles sociedades’ que de tiempo en tiempo, en un gangrenoso proceso evolutivo, generan especies de sepulcrales virtudes.

Esas ruidosas manifestaciones, propias de almas angustiadas, me llevaron a viejos estantes y traer a estos tiempos la armonía y quietud del pensamiento de Tagore, y de otros no tan lejanos en el tiempo que desde una perspectiva mas moderna analizan y tratan de profundizar en la antigua historieta de la Carreta Vacía, para descifrarnos el mensaje del padre que hace notar a su hijo que no solo escuchan el ruido de un carricoche, sino que además, aunque no esta a la vista, se desplaza sin carga alguna… que es una carreta vacía.

Un relativamente joven periodista español apellidado Aguiló se refería a este pasaje diciendo que ‘quien profundiza en las cosas suele hablar con prudencia y con mesura’, y ‘que quienes hablan a la ligera y hacen juicios precipitados sobre las personas o los asuntos, suelen hablar demasiado; que se trata de personas que con su alma vacía hacen chirriar el ambiente en todo su entorno, como las carretas vacías’.

Como todos hemos participado del triste espectáculo montado en el tablado de nuestra política vernácula, voy a dejar en sus manos este trozo de nuestra literatura, cuyo autor aun anda perdido en las brumas del tiempo, como perdido estarán siempre quienes no perciban la luz de los nuevos tiempos.
La carreta vacía:
-Caminaba despacio con mi padre, cuando él se detuvo en una curva y, después de un pequeño silencio, me preguntó:

“Además del canto de los pájaros, ¿escuchas alguna cosa más?”.

Agucé el oído y le respondí: “Oigo el ruido de una carreta”.

“Eso es —dijo mi padre—, una carreta, pero una carreta vacía.”

Pregunté a mi padre: “¿Cómo sabes que está vacía, si aún no la hemos visto?”.

-Entonces mi padre respondió: “Es muy fácil saber cuándo una carreta está vacía, por el ruido. Cuanto más vacía va la carreta, mayor es el ruido que hace”.

La historia tiene un pasaje final en el que se concluye en que nadie esta mas vació que aquel que esta lleno de su propio yo.

Es una gran pena que muchas de nuestras carretas políticas resulten tan ruidosas porque precisamente estén vacías.