miércoles, 20 de febrero de 2008

Aquí conspiramos todos…

Por Eulalio Almonte-Rubiera

Que a nadie quepa duda alguna, en este país se conspira todos los santos días.
Los conspiradores por vocación o compromiso son, o mejor dicho, somos tantos, que ya ni nos conocemos., pero si podemos reconocernos en la mirada triste de la desesperación.
Mi idiosincrasia se identifico con los primeros conspiradores que conocí, porque me parecía simpática la idea de echar por el suelo a un régimen.
Quería ver la cara que ponía un jefe absoluto frente a un pelotón de fusilamiento; quería saber si era verdad que el gas ‘morao’ pela.

Y conspiré, sin éxito aparente, pero lo hice porque quería, como Francis, devolver al pueblo lo que al pueblo corresponde: su libertad, sus derechos.
Conozco de otros conspiradores, y como no se dio como yo y otros pensábamos, sigo unido a todos aquellos que tienen vocación conspiradora, si conspirar se llama exigir respeto por nuestras madres, nuestras hermanas, nuestras hijas… por nuestra gente.
Algún día Dios tiene que darme la oportunidad de saborear el dulce néctar del triunfo sobre quienes avasallan a mis derechos, los derechos de todos y repican campanas mediáticas para que no escuchemos las tripas que nos matan a retorcijones.


Hipólito no puede negar que conspira. A el lo conozco desde los días de estudiante en 1958, cuando por los predios del parque de Piedra Viva, en San Cristóbal, nos juntábamos con Machote, el hijo de don Pillo Mota, un trujillista decente. Ir a la escuela y aprender era una forma de conspirar contra el oscurantismo.

Hay otros que conspiran, pero lo hacen desde las mismas entrañas de Palacio, o de los palacios, porque son muchos los palacios; algunos llaman palacio hasta a la jefatura de la Policía, como en Nueva York llaman Precinto a los destacamentos barriales.
El ejército de gente que se une a las conspiraciones es cada vez más, y más; algunos ni saben por que conspiran, pero conspiran.

Yo, por ejemplo, recuerdo a los sargentos Rafael Reyes y Reyes, Amable Reyes, Juan Tomas García Mota y otros que en la bruma del tiempo escapan a mi memoria, aunque sus rostros viven frescos en mí, como el de un pariente de un ex senador peerredeísta de apellido Adames.
Eran los tiempos en que desde la Aviación Militar Dominicana (AMD), que en estos días esta cumpliendo 60 años bajo el nombre de Fuerza Aérea Dominicana, queríamos derrocar al generalísimo y doctor Rafael Leonidas Trujillo Molina, quizás porque nos molestaba que se hiciera llamar Benefactor de la Patria y Padre de la Patria Nueva, un titulo otorgado por los aduladores de siempre; quizás porque hizo del país una finca privada, y ahogaba en sangre las aspiraciones nuestras.

Hoy estoy entre los que como Hipólito conspiran.
Conspiro yo con la infeliz paga que hago al servicio domestico que cuida de mi alimentación; conspiro negándole una oportunidad a aquel joven que quiere estudiar, pero yo prefiero echar mis dineros en una maquina traganíquel.

Hipólito lo hacia distinto. Cuando debió poner en la cárcel a los que comenzaron robando cositas, y luego le cogieron el gusto a lo ajeno, se hizo el loco, rompió el cuaderno, hizo un borrón y abrió cuentas nuevas. Así también se conspira.

Hoy conspiran muchos otros, sin ser peerredeístas o antitrujillista como lo fuimos algunos, cuando afrentan a la clase media, a la clase pobre, a los empresarios que arriesgan sus capitales, para crecer desmesuradamente a costa del Estado. Somos un país de conspiradores, y no queremos que otros conspiren.

La conspiración esta en marcha, y si no lo creen vayan por ahí y pregúntenle a esa pobre mujer que anda desesperada buscando echar un día de limpieza, para ganarse con que pagar los primeros cuarenta pesos y dar pan con agua de azúcar a su marido y los cuatro mocosos que quisieran que la tarjeta Solidaridad alcanzara para el mes.

Estamos conspirando contra la salud de la Patria, y lo hacemos desde todo lugar y a toda hora, porque aquí todavía hay gente que se tira en una litera con el estomago en pijama, mientras otros degustan vinos de a 16 mil pesos la botella, que pueden comprar eso y mucho mas porque reciben pagas de mas de 80 mil pesos diarios.

Ya todos estamos advertidos, para que nos aleguemos ignorancia a la hora en que el día del juicio llegue y haya que darle cuenta a Dios, al dios pueblo, que ahora conspira distinto, conspira con un voto en las manos.

(El autor es periodista ex director de medios)

Santo Domingo, D.N.
19 de febrero de 2008

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